miércoles, 13 de enero de 2016

Despedida (Día 1)

La noche cayó sobre Caracas sin pompa ni ostento. Fría, tenue, opacada por un amargo sabor a hiel y vacío.

Inquieto como pocos esperó con la paciencia del que espera a Caronte su llegada. 

Al fin, impuntual cual doncella irrumpió en la escena sin dar explicaciones. Miradas como puñales desgarraban el alma hasta los tuétanos. 

Las súplicas no valieron más que el aire y la saliva. Las cartas fueron jugadas y el destino envuelto en azar dejó a la incertidumbre reinar por encima de la razón.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Resplandor (Despertar)


Calor entre suspiros, lentitud, cercanía de miradas incansables de mirar. Labios itinerantes entre palabras y silencios. Energía que fluye entre arreboles y sensaciones olvidadas; latidos intensos cual heraldo que lleva declaración de guerra.

Allí está, queriendo cubrir la pena tras las rejas, en el espacio donde perder y ganar dejan la misma sensación. Sonríe una vez antes de dormir, entre sábanas de quebranto y recuerdos. Su alma al pasado y aún el presente la acepta con brazos anhelantes.

Perdida entre colores intensos de atardeceres y susurros las pupilas caen lento como el sol en septiembre, dejando transparente un alma ante otra. Cada acorde se saluda con gentil decoro, mostrando el tatuaje de dos nombres en sus rostros. Caricia entre letras, respiración profunda luego entrecortada. Labios sórdidos negándose la bondad, explosión repentina que trae calma.

Un instante, uno y nada, nada y todo. Arrebato del músico, ojos cerrados y corazón abierto. Concierto para dos sin sombras entre si, cadencia de ritmos entre sensaciones aumentadas. Cuerdas rasgadas haciendo su labor, robando paz y trayendo un tanto. Giros desenfrenados, calma y guerra jugando a amar el tablero de ajedrez.

Frecuencias danzantes inundan la habitación, guiando al borde a los que se miran sin palabras. Los cuerpos sobran cuando las almas juegan, coquetas las ondas estimulan el aire en colores que alguien olvidó.

Servidas las copas de vino nuevo, bebe la suya mirando fijo la otra intacta. La deja en la mesa cual faro, aguardando su regreso.

Perdidos uno a uno los segundos se buscan en el marrón de sus ojos. Perdidos en el aliento y la piel entre figuras, cabello al viento y una media sonrisa pícara esta vez. Perfume de tanto y tan poco, violenta vuelta buscándola entre la multitud. Perdido y preso en una bocanada de aire, vuelve a la copa en silencio mientras espera verla colarse otra vez.

Sienten los sentidos sintiendo texturas y sonidos. Sienten y miran la tarde correr. Miran siendo ellos mismos, siendo ambos uno sin necesitar ser nada más. Sienten y miran sus manos acercarse, sintiendo la cercanía de la piel. Sienten los sentidos hablando sin hablar. Latidos, silencio, roces.

Sinfín de besos, sabores suaves esperados por muchas lunas. Danza que repite como un trance sin ver las arenas irse como nada.

Entre sueños quedó aparcado a la ventana esperando ver amanecer, la aurora no llegó al caer los últimos granos.

sábado, 14 de julio de 2012

Luna


Nuevamente vienes a este lugar que nadie recuerda, ese donde tomas un trago mirando fijamente y sin misericordia.

¿No te cansas de caminar hasta acá? ¿Tanto disfrutas la compañía? Tal vez te agrada el silencio que hace mientras la jungla de afuera gira entre fieras y maldad.

No hay día en que no esté un poco desordenado, lleno de sueños tirados por doquier, otros ordenados y algunos bien guardados.

¿Te parece un sitio acogedor? Ya no vale la pena limpiar, le da su propio encanto mantenerlo tal cual está.

Maletas y baúles llenos de melancolía y sinceridad, apartados de todo y de todos. Llanto y Risa colgados en la pared, retrato el uno del otro (gemelos, tal vez).

Pensándolo bien no se ve tan agradable como para pasar tanto tiempo merodeando entre escombros, así que reitero la interrogante: ¿Por qué vienes tantas veces aquí?

Sentada en medio de la habitación coqueteas jugando con tus dedos y tu boca. En silencio contemplo el espectáculo y abruptamente despierto.

¿A qué hora regresas? Ya es costumbre tu presencia en este sitio que hasta yo mismo olvido. En la ansiedad de la espera se sumerge el pensamiento mezclado con el aroma de tus cabellos.

No llores, lucero. Brilla y sonríe para mí. A lo lejos espero aunque lejana y ajena te muestras. Dame alegrías ¡Oh, lucero! Baila para mí y resplandece en un giro antes del beso que robas sin tocarme.

Dualidad (Mary Gelanes)

Desde el primer momento sentí algo distinto entre él y yo, una especie de coquetería inherente en ambas direcciones, inocente tal vez para muchos, más no para mí. Miradas cercanas que invitaban a salir un rato, a caminar sin rumbo por calles inciertas a sabiendas del final.

Sonreí y seguí sin prestar atención, ocultando la huida con discreción. Pensé que era simplemente producto de la imaginación furtiva de una mente joven. Cuando eres una mujer de 22 años sueles dudar de todo a tu alrededor (hasta de ti misma).

Al conocernos una atracción innegable se manifestó, parecía venir desde décadas atrás. Hablamos de cualquier tópico con la confianza de los amantes, pude ser yo misma sin vergüenza alguna y aún no entiendo cómo ni por qué. Personajes ajenos sintiéndose tan cómodos que olvidaron el hecho de serlo.

Un “Algo Extraño” nos perseguía incitándonos a estar juntos, a necesitarnos. ¿Qué digo? ¿Necesitarnos? Pues sí, suena extraño que lo diga pero si. Comencé a extrañarlo, le escribí a diario por no menos de 3 semanas antes de nuestro segundo encuentro. Cualquier conversación era motivo de risas.

Le dije en más de una ocasión que me encantaba su voz, la encontraba sexy, agradable, llamativa. ¿Por qué dije eso? Sólo es mi amigo ¡Un amigo y nada más! Los amigos se halagan, recalcan sus virtudes. ¿Cierto?

En ocasiones trató de convencerme de lo contrario, fui clara, tajante un poco dado que el caso lo ameritó. ¿Sólo somos amigos? ¡Claro! Si nunca nos dimos siquiera un beso. Aunque en una ocasión estuve tentada. Eso es bastante común ¿No?

Algunas veces decía: “Mirarte a los ojos es un privilegio”. ¡Como si tuviera una mirada cautivante! ¿Tendré una mirada bonita? Con este problema visual, ese pequeño desvío en mi ojo ¿Quién podría verme linda? Siempre supe que no decía la verdad. ¿Me decía la verdad? ¿Acaso Aristóteles tenía razón?

Una vez me miró y sentí que desnudaba mi alma. ¿Dije eso? ¡Imposible! Si somos amigos. Siempre lo miré como amigo ¿No?

“Tenerte cerca es un regalo” – Decía. ¿Qué clase de regalo puede ser mi presencia? ¿Qué tarado puede disfrutar tanto de mi como para hacer semejante afirmación?

Anoche imaginé mil cosas mientras hablaba. Detallé cada gesto, su entonación, la textura de sus manos (intentó tomar las mías y me negué). Pensamientos aleatorios de cientos de universos donde él y yo éramos amantes golpearon a la puerta como bestia intentando salir.

Sensaciones desconocidas llegaron como torrente, buscando cualquier rincón para desbordar locura. ¿Por qué te sonrojas? – Dije, mientas la mente jugaba a los dados. Él pudo leerme. Lo sentí cerca como nunca a nadie sentí. Por eso me alejé de él. Sólo es un amigo, sólo eso. Un amigo nada más.

viernes, 18 de mayo de 2012

A su Recuerdo


Murió en la mente del que pensó que allí era inmortal, saciada de lágrimas y horror a un cuarto para las dos. En el cuerpo olor y sabor perdidos, vagando cual velero sin timón.

Muerta, tirada en una esquina donde nadie la recuerda. Muerta, si, pero viviente. Viviendo para luego morir y renacer otra vez hasta que el sol se ponga, y amanezca viva. Viva y dispuesta a morir diligentemente de su propia mano.

Renace para volver a morir suicidándose con balas de acordes y palabras de hiel. Abre los brazos al barquero ansioso por su paga, volviendo a nacer al llegar el alba.

Respira cual amanecer de versos y melodías mil. Quedándose un rato más para tomar un café. Se sienta a la diestra discretamente, trastornando todo lo que dejó al morir.

Mortandad que en ocasos olvida la muerte y renace entre colores que fueron suyos y ya no. Muerte que se divierte con los mortales haciendo creer que pueden matar el recuerdo.

Máquina quemando combustible; frena, acelera, se detiene, marcha nuevamente. Gira la faz sin tener quien la detenga. Arena que no perdona el rostro y aún está aquí.

Duerme a lo lejos, deja caer el velo que separa a las sombras como un hilo. Deja tocar el alma y no el cuerpo en una caricia que te robe el aliento. Duerme en un suspiro y apaga la luz, regresa con manos limpias de dudas y vuelve a dormir una vez más.

viernes, 11 de mayo de 2012

Caracas sin ti


Verde mojado, húmedo horizonte y gris dominante convergen en sonidos de percusión y aún se oye el frío en cada bocanada. Borrado el paisaje casi en su totalidad, dejándose ver a penas la sonrisa de los árboles respirando hondo.

Cae uno a uno pedazos de cielo, trayendo consigo aroma de mil soles vistos y uno más. El ruido de la gente desvanece en brazos del viento, navegando en el infinito mar de caras invisibles.

Agua lavando viejas penas, llamando a otras nuevas con nostalgia y pesar. Rugen cadenas y asfalto en la distancia, despertando almas cautivas, dándoles forma y vida por un instante.

Mística dama albergando a todos con una media sonrisa, lamentas y lloras la sangre derramada en tu seno. Cómplice de locuras, testigo de maldades, ya no serás la niña pícara y emotiva que miraba la luna con celo.

Perdiste un pedazo, pero sigues en pie. Envuelta entre lágrimas secas y sonrisas leves, fragmentos de pasado mirando fijo. Poco a poco calma su llanto para volver a llorar cual madre que clama justicia al gran juez.

Con la risa de Caronte a cuestas espera el obrero el fin de su faena, manos ásperas calman los nervios pasadas las 6. La tarde muere y aún no llega la calma a quien tantas noches esperó verla.

Gira el tiempo rasgando el rostro mientras respira profundamente otra vez, llega la calma entre sirenas y ruido. El alma vale una bala que salpica de odio la acera, borrando una mirada que no será nunca más.

jueves, 10 de mayo de 2012

Insomnio


Visitante indeseado entrando sin permiso, rodeado de pompas y objetos que hacía tiempo no daban sonido. Estruendo en a su llegada, silencio en la despedida. Movimiento de aguas para dar paso a calma repentina.

Alerta las pupilas pasadas las 2, nadando entre imágenes intensas, reflejos de días lejanos negados a morir. Sabores ausentes haciéndose notar, llamando la atención. Giran los dados y el azar trae las 3.

Aún no dan las 4 y la boca reseca busca algo perdido entre amargo de perfume. Derrama la arena culpando al quién y al cómo. Llegaron las 5 sin aviso y el obrero sale una vez como otras.

Entre roces de piel con piel baila a su propio son. Pupilas muertas, parpados caídos cansados de tanta brega. El reloj da otra vuelta y son las 6. Respiro disgustado, maldiciendo al viento y al recuerdo. Buenos días soledad, tiempo sin vernos.